
«Muerte, no te temo», dices en un susurro.
Las flores se marchitan en tu vida
y tus pensamientos han perdido la razón.
Pero no, no estás loco,
sé que no lo estás.
¡Qué más quisieras tú!
Que la locura te hubiera inundado
de luces borrosas y sonidos etéreos
y que «nada» fuera lo único que sientes.